El Poder de la Palabra




Video |  por Adriana Poloni, médica dedicada a la Bio-Sanación (BioNeuroEmoción)

 “Lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre”. Mateo 15:18
Las palabras son decretos de poder. Mi palabra una vez salida de mi boca no volverá a mí sin fruto, y esto también vale para lo escrito ya que toda acción genera una reacción. Es imprescindible comenzar a comprender esto, ya que nos permite hacer consciencia de lo que hemos asimilado sin querer, y de lo que podemos decir y puede influir en el otro, aunque ello no sea nuestra intención.

 
El impacto de las palabras es un gran condicionante, las palabras van modelando nuestro cerebro y nuestra conducta: van estructurando nuestro ser. Las creencias se van fijando en nuestra mente y eso nos puede producir limitaciones en nuestra evolución. El niño asimila sin discernimiento desde su inconsciente inocente, lo que los adultos de su entorno le dicen, absorbiendo sus creencias, principios y valores culturales.
Les comparto algunas frases corrientes: “Sos igual a tu madre/ sos igual a tu padre…”, “Sos un/a inútil / gord@ / idiota…”, “No servís para nada…”, “Dejá, lo hago yo…”, “Culpa tuya, yo…”, “El sacrificio que hago por vos…”, “Mira como me pagas…”, “No te da…”; y las infaltables comparaciones: “fíjate en tu herman@ / tu prim@”, “cuando yo tenía tu edad…”, “el/la hij@ de…”
Cuántas veces hemos escuchado frases como éstas en la niñez, la adolescencia o de adultos incluso?. Qué impacto han tenido en nuestras vidas?. La comparación, la desvalorización, el rótulo que nos ponen cuánto dolor pueden provocarnos, y desde ese sufrimiento, al sentirnos inferiores, despreciados, no queridos, no merecedores, no calificados, vamos construyendo creencias que pueden ser fuente de muchas enfermedades, síntomas y trastornos. Quienes las dicen o nos hacen creer esto son seres importantes en nuestra vida (padres, abuelos, maestros, etc.), no obstante hay que tener en cuenta que no siempre las dicen de manera consciente;  es lo que ellos absorbieron y es lo que brindan.
El asunto es: Por qué he creído eso y para qué me ha servido creerlo? Y qué creo de mí mismo?
El cambio está en empezar a cuestionarse si realmente no puedo, o es más fácil creer que no puedo; si simplemente no valgo, o no quiero permitírmelo; si no tengo las capacidades o temo afrontar el cambio en realidad.
El impacto de la palabra conlleva el verdadero poder de decretar; El poder que se emana de la boca por medio de la palabra es inmenso, lo importante es que al ser adulto se tiene la capacidad de discernir y no aceptar como cierto lo que el otro dice. Es por ello que el replanteo viene desde afuera hacia adentro en cuanto a lo que acepto o no, lo que estoy dispuesto a dejar que me influya o no; y desde adentro hacia afuera eliminando el “no puedo” y las limitaciones adquiridas e impuestas por las creencias, ya que no existen más que en nuestra mente.
Desde este lugar les propongo aplicar uno de los cuatro acuerdos de la Sabiduría Tolteca “ser impecable con la palabra”, y en especial con los niños, lo que permitirá educar seres libres y saludables, y desde su práctica obtener la libertad y la salud que nos merecemos como seres únicos, irrepetibles y sagrados.

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