El regreso de Lampedusa




por Silvio Huberman

Silvio Huberman,periodista y escritor.

Todo parece indicar que el gobierno de Mauricio Macri insiste en creer que la crisis es una mera turbulencia y que solo se circunscribe al campo cambiario y financiero, cuando en verdad sus efectos son fundamentalmente políticos.
Si ese diagnóstico es erróneo resultará muy difícil que las soluciones lleguen en lo inmediato. El fin de semana durante el cual se resolvió el canje de ministerios por “Secretarías de gobierno” corrieron versiones de que el gabinete supérstite experimentaría modificaciones.
No fue así. Hasta el momento se optó por una solución a la Giuseppe Tomasi di Lampedusa, el reconocido autor del Gatopardo, novela ambientada en tiempos de laUnificación italiana. Desde entonces, el gatopardismo  define a los partidarios del Antiguo Régimen que se amoldaron al triunfo inevitable de la revolución y lo utilizaron en su propio beneficio para “Que todo cambie para que todo siga igual”.
Los ministros que fueron degradados a Secretarios de gobierno no solo no han recibido indicación de achicar planteles y estructuras, sino que el cambio de denominación los obliga a incurrir en gastos para modificar toda la papelería burocrática (membretes, tarjetas, etc). Ningún funcionario se ha ido, los exsecretarios ahora son subsecretarios, los exsubsecretarios son directores y así por el estilo pero sus remuneraciones y gastos no han variado.
En otras palabras, en lugar de un ahorro siquiera simbólico se optó por maquillar la estructura paquidérmica y de movimientos torpes, sin pensar siquiera en que cuando el aire de un ambiente está viciado, el mejor remedio es abrir las ventanas y oxigenar con aire más fresco. La oportunidad desaprovechada incluyó algunas ratificaciones ministeriales que, en general, no fueron bien recibidas.
Es cierto que se abrió una negociación que será seguramente exitosa con los gobernadores para que el Presupuesto Nacional de Gastos y Recursos 2019 pase sin mayores modificaciones por el Congreso de la Nación.
Otra vez se prefirió la negociación proyecto por proyecto en lugar de la búsqueda de un acuerdo con sectores de la oposición para ganar en volumen político y asegurar la gobernabilidad.
Las avaricias conceptuales no son buenas consejeras, sobre todo cuando la imagen gubernamental cae todas las semanas, la inflación de agosto según el INDEC trepó al 3,9%, la inflación anual rondará el 40% y el precio del dólar, adormecido un par de días, superó el umbral de los cuarenta pesos en un par de saltitos que, tal vez, no sean los últimos.
El Presidente y su equipo íntimo, en el que no figuran los aliados del PRO en CAMBIEMOS, ha ratificado su decisión de gobernar en minoría desoyendo, por ejemplo, que a sus 108 diputados les faltan otros 21 para alcanzar el quórum en la Cámara Baja y para sancionar las iniciativas  que interesan al Ejecutivo. La idea sigue siendo la negociación de cada caso, de cada tema, aun cuando la carrera electoral ya está prácticamente desatada y el precio político sea cada vez mayor.
La foto de unidad que el gobierno necesita para tranquilizar a  los acreedores y para alentarlos a facilitar los créditos que necesita para cerrar los baches será, otra vez, una pose de ocasión. Después del flash cada cual seguirá en sus cosas, con el pensamiento puesto en el sillón de Rivadavia.
Entre tanto seguirán las mismas convocatorias “en bien de la Patria”.