No hay vacuna para el mal.




Dice el axioma que todo brujo, tarde o temprano, muere ahorcado por el diablo.

Según las antiguas doctrinas el mal se auto-regula. Lucifer nunca ganará la batalla contra las huestes de Miguel, porque a diferencia del bien, no existe una “solidaridad del mal”. Los malos buscan salvarse a sí mismos. Los buenos intentan que la mayor cantidad se salve. Esa es la diferencia.

 

   Una reflexión, por Eduardo Callaey

 

 

Ningún malvado quiere ir al infierno solo. Ningún delincuente quiere ir a la cárcel en soledad.decisión

Para los malvados el escarnio es menor si se comparte. Es por ello que desde que se destapó el escándalo de los Vacunatorios Vip, en los que lo más corrupto de nuestra dirigencia ha dejado huella, no dejan de sumarse nombres.

 

Los unos se delatan a los otros sigilosamente. Los móviles de los periodistas se van llenando de nombres. “Sí -admiten-, yo me vacuné; pero tal y cual también”.

Nadie quiere cargar con el escarnio público. Como si la vergüenza se aliviara cuando se vuelve colectiva.

Ni siquiera hay que investigar. Se delatan los unos a los otros y están cagados en las patas. Porque saben que aquello de que todo brujo termina ahorcado por el diablo, es cierto.

 

Un agradecimiento especial a la fuente que acercó este material.