Oculta por las grietas políticas y las frustraciones económicas, hay una Argentina que programa inteligencia artificial, va a la Luna con la NASA y crea un mundo vegetal empalmando genes.
Hacía poco había perdido una guerra. Hacía poco había dejado de sufrir la violación masiva de los derechos humanos. Argentina ensayaba la democracia y —en algo que parecía jugar con fuego— estaba juzgando a sus antiguos dictadores.
Muchos argentinos temían una eventual prolongación del medio siglo de golpes militares. Otros, confiaban en que la democracia echara raíces y sentían el deber de ayudar a construir su futuro. Fui uno de ellos. Escribí en 1985 un ambicioso (acaso pretencioso) ensayo titulado “La Argentina del Siglo 21”.
El ensayo proponía una sociedad profundamente democrática y rudimentos de un sistema socio-económico para promover, al mismo tiempo, el crecimiento y la equidad social.
Había una precondición: comprender que aun los problemas sociales pueden tener origen o solución en la ciencia. La ciencia no suele formar parte , en Argentina, de los programas políticos. Había que superar los prejuicios de líderes y movimientos de opinión reacios a lo que denominaban “cientificismo”.
El Estado argentino, que en su momento había tenido la determinación necesaria para incorporar la energía atómica —de la cual fue pionera en América Latina— debía multiplicar esa determinación para encarar los desafíos que presenta la transición del siglo 20 al 21.
Pasado un cuarto del Siglo 21, tal vez sea útil repasar aquellas predicciones para identificar avances y retrocesos de estos 40 años.
Para medir la evolución de tres aspectos críticos (inteligencia artificial, satélites y biotecnología) contrastaremos 1985 (citas textuales del libro) con 2025 (balance de lo conseguido)
Revolución tecnológica
1985: “Los sistemas políticos y económicos dependen de los modos de producción. El capitalismo tuvo su origen en la Revolución Industrial. El comunismo no es otra cosa que capitalismo de Estado. La Revolución Tecnológica hará entrar en crisis, tanto al 22capitalismo de estado como al capitalismo de mercado. El comunismo será la primera víctima porque la Unión Soviética ha perdido la batalla tecnológica”.
2025. La Unión Soviética ya no existe. Se extinguió en 1991. No había acompañado, salvo en la conquista del espacio, esa revolución. Argentina ha seguido, a su escala y parcialmente, la revolución tecnológica; pero las alternancias democracia-dictadura y neoliberalismo-populismo, han creado un sistema político-económico híbrido e inestable.
No obstante, Argentina ha tenido en los últimos años ciertas historias de éxito que deben servir para sortear la desesperanza que provocan las grietas políticas y las frustraciones económicas.
Inteligencia Artificial
1985. “En el futuro, la inteligencia artificial hará que la computadora deduzca o infiera conocimientos que no le fueron transmitidos por quien la programó.”
2025. El ChatGPT, lanzado por OpenAI en 2022, hace exactamente eso: genera conocimiento por sí mismo. De ahí que se hable de “inteligencia artificial generativa”. Hay otros chatbots que compiten con ChatGPT en generar ideas.
En Argentina la penetración de la inteligencia artificial en la economía se produce a ritmo acelerado. Según la Encuesta Anual Global de CEOs de PwC (Capítulo 2Argentina) 76 por ciento de las empresas han adoptado o están adoptando inteligencia artificial en todos sus niveles. Y una investigación de mercado de IBM reveló que 19% de las empresas la ha implementado “activamente”.
Argentina, por otra parte, se destaca en programadores. Según el informe anual Octoverse de GitHub, “tiene una de las comunidades de desarrolladores de software de más rápido crecimiento, con un incremento de más del 40% anual”.
En cuanto a infraestructura tecnológica, OpenAI ha anunciado que invertirá 25.000 millones de dólares en un centro de inteligencia artificial en Argentina.
Satélites
1985. “Las comunicaciones, la meteorología y la agricultura dependen ya de los satélites.” “Sin satélites, como sin computadoras, no hay futuro”.
2025. La NASA eligió un satélite argentino para acompañar a Artemis II en su viaje tripulado a la Luna, que se iniciará en febrero. El satélite fue diseñado e íntegramente fabricado en el país.
Hay 39 satélites argentinos en órbita.
Argentina es uno de los diez países del mundo que tienen satélites propios.
En 2014 fue puesto en órbita el primer satélite geoestacionario de Argentina, fabricado totalmente en el país.
Un año después, se puso en órbita el satélite de comunicaciones geoestacionario ARSAT-2, que abarca todo el continente.
Biotecnología
1985. “La manipulación genética abrirá las puertas a infinidad de prodigios. El empalme de genes inaugurará una nueva era de la agricultura. Permitirá desarrollar plantas que fabriquen sus propios fertilizantes, cultivar en climas inadecuados, convertir tierras áridas en feraces, multiplicar las cosechas y producir ganado gigantesco.”
2025. La soja transgénica (aprobada en 1996) produjo un boom económico y las exportaciones de esa soja contribuyeron a salir de la crisis del 2001.
El éxito no estuvo exento de controversias por el uso del cuestionado Glifosato, un 2herbicida de amplio espectro acusado de atentar contra la salud pública. Pero el Glifosato en algún momento quedará atrás y la ingeniería genética seguirá adelante
Hoy Argentina se ubica entre los 10 países con más empresas de biotecnología en el mundo. El año pasado el Estado aprobó 25 nuevos productos biotecnológicos.
En suma, Argentina ha salido de su letargo tecnológico y, en áreas propias de las economías más avanzadas ha hecho progresos significativos; en algunos casos, más allá de lo esperable. Las historias de éxito en el campo científico no hacen grandes titulares; pero son expresión de un país que avanza. Hoy, como en 1985, hace falta entender que, sin la incorporación de ciencia y técnica no hay desarrollo económico. Ni social.